lunes, 17 de junio de 2013

                                                                  Relato corto
                El jardín estaba hermoso iluminado como una bendición por el sol de mayo. En los arriates plantados por mi abuela se veían vivas llamaradas de color. Los helechos de prímulas y pensamientos, hileras de tulipanes y brotes de romero inundaban mi olfato transportándome a otro tiempo de mi juventud más feliz, que el momento amargo que vivía ahora. Alcé la vista conteniendo la pena que comenzaba a embargarme. El sauce llorón al final del jardín, meció sus ramas como dándome la bienvenida. Yo también me acordaba de él. En otro tiempo fue mucho más hermoso pero, todavía mostraba parte de su esplendor perdido por el paso de los años. Los juncos de la ribera se acunaron con la brisa y el olor fresco del agua llego hasta mí. El lago no era muy grande, podía ver las casas de la otra orilla como si fueran diminutas maquetas. Una pequeña lancha motora rompió la tranquilidad y la calma de la superficie provocando destellos dorados. Pisé el camino de grava fina que llevaba hasta el embarcadero y lo seguí sin pisar el césped. Me sonreí recordando las muchas veces que mi abuela me había dicho: <<Pisa por el camino para entrar en casa, está para eso>>
                En ese instante me volví hacia la casa como si la hubiera oído. El porche estaba vacío, desangelado, pero a mí me parecía verla. Menuda, sentada en la silla con su labor. Tras caer el sol, ella con su ligero y anticuado vestido de verano salía al jardín a verme jugar. Llevaba siempre su pelo blanco recogido en un moño desde la muerte del abuelo al cual, yo no había conocido. Sus manos torcidas por la enfermedad cosían lentamente sin perder una sola puntada, a la vez que controlaba todos mis movimientos mirándome por encima de sus gafas de coser. Nada se perdía a esa vista de Halcón se negaba a confesar. Suspiré desasiendo el nudo que me atenazaba la garganta.

                 Ya ningún verano sería igual sin ella. Ninguna primavera sería tan llena de olor y de color como esta última que me había dejado para deleitarme. 

lunes, 10 de junio de 2013

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¿Quién no se dejaría enamorar por alguien como él? Mi dulce Dalla, la protagonista de mi primera novela lo tiene muy difícil para no sucumbir. ¿Terminará entre los brazos de semejante hombre? O por el contrarío, su corazón pertenecerá Björn. Su fiel amigo y esclavo. Solo leyendo "No me mientas" lo averiguareis.